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sábado, 8 de enero de 2011

El cuento del sabio ermitaño

Acabo de leer este cuento en un manual sobre el estrés y me ha parecido interesante compartirlo, tiene que ver con el tema de: ¿y si hubiera hecho/no hecho...?, ¿y si...? algo que nos pasa a mucha gente muy a menudo. Lo trascribo tal y como lo he leído:

Había una vez un ermitaño sabio al que la gente del lugar acudía a contarle sus problemas y a pedirle consejo. Un hombre del pueblo tenía una yegua, un día se le escapó y fue llorando al ermitaño a contarle lo que le había pasado:
- ¡Mira qué desgracia me ha ocurrido, mi yegua se ha escapado!
- ¿Y eso es bueno o malo? - respondió el sabio.
El hombre de la yegua no entendía nada y pensó: "éste sabio es un poco raro; pues claro que es malo, qué pregunta más absurda". Al cabo de las pocas semanas la yegua apareció. Y lo hizo acompañada de un robusto semental salvaje de pura sangre y además se encontraba preñada. El dueño de la yegua se puso muy contento, ahora tenía tres caballos en vez de uno, así que fue corriendo a contarle sus alegrías al ermitaño:
- ¿Te acuerdas de mi yegua? ¡Pues ha regresado! Y además está preñada y ha vuelto en compañía de un caballo formidable.
- ¿Y eso es bueno o malo? - volvió a responder el sabio.
Ahora sí que el hombre de la yegua no entendía nada de nada, estaba empezando a pensar que el ermitaño no era tan sabio como la gente pensaba. Estaba claro que era una noticia estupenda y así se lo hizo saber mientras le miraba en silencio.
Al cabo del tiempo el potro nació. El hijo del dueño de los caballos se hizo inseparable del potrillo y le gustaba mucho montar en su lomo. Hasta que un día el chico se cayó del caballo y se rompió una pierna. Entonces el dueño de los caballos decidió volver a visitar al ermitaño para contarle de nuevo sus desventuras:
- ¡No sabes qué tragedia ha ocurrido! ¿Te acuerdas de la yegua que se escapó y regresó preñada? Pues a mi hijo le gustaba mucho montar en el potrillo y ahora se ha caído y se ha roto la pierna. Estoy empezando a pensar que tal vez hubiera sido mejor que la yegua no regresara nunca.
El ermitaño le miró sonriendo con un brillo algo burlón en los ojos y volvió a repetir su respuesta:
- ¿Y crees que eso es bueno o malo?
El hombre se fue algo enfadado no sabiendo qué pensar, creía que esa respuesta era absurda y que el ermitaño tal vez fuera un poco tonto, porque era verdad que el que volviera la yegua, que al principio le pareció una buena noticia,había sido la causa de que su hijo se rompiera la pierna, por lo que tal vez no fue tan bueno su regreso, pero, ¿qué podía tener de bueno que su hijo se hubiera caído?
Al poco tiempo se declaró una guerra contra el país vecino y vinieron por todos los pueblos reclutando hombres y chicos. Sin embargo, el hijo del dueño del caballo pudo librarse del reclutamiento y de ir a la guerra gracias a que estaba herido y tenía la pierna rota por lo que no sería de ayuda en el frente de batalla. Cuando se disponía a ir de nuevo a consultar al sabio, se paró a meditar y pudo apreciar qué razón tenía el sabio al preguntar si lo que sucedía era bueno o malo.

Bueno, creo que queda claro, todo depende del momento y de cómo se lo tome cada cual, pero las cosas no son buenas ni malas, ya que lo son según lo que nos pase en el futuro ¿no?

Ojalá poco a poco consigamos disfrutar de los momentos actuales sin pensar en... ¿y si...?

2 comentarios:

  1. Muy buena parábola. Las cosas pueden llegar a ser buenas o malas, dependiendo del cristal con que se miren.

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  2. Por eso la puse Chus, me gustó, y es lo que yo opinó: todo depende del cristal con el que se mira, y también: no todo es negro o blanco, existe una infinita gama de grises.

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